Lo peor no fue notar que no estabas tumbada sobre mi cama o que las sábanas estaban frías y vacías de ti. Ni tampoco fue echarte de menos y pensar en tu regreso el mayor de mis problemas. Sin duda, lo peor fue el momento en que entendí que nunca había dormido contigo y que nunca podría echarte de menos, porque no existes. Sólo eres un recuerdo que me invento al que dedico todo lo que escribo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario